En la infancia pueden aparecer problemas de conducta y aprendizaje, dificultades para relacionarse con los demás y hacer frente a los retos y oportunidades de su entorno.

A veces, ciertos cambios en el comportamiento y el estado emocional de niñas, niños y adolescentes pueden ser señales de que necesitan ayuda para comprender lo que sienten.

¿Se enfada con facilidad o le cuesta manejar la frustración?¿Suele decir que tiene miedo sin poder explicar exactamente a qué?¿Le cuesta identificar y expresar sus emociones?¿Está más irritable con inquietud o tristeza, incluso sin un motivo aparente?¿Se preocupa mucho por cosas que antes no le afectaban?¿Ha dejado de hacer cosas que antes disfrutaba como jugar o socializar?¿Se critica constantemente o se compara con los demás?¿Le notas sin ganas y sin motivación?¿Expresa que no encaja y/o que nada tiene sentido?¿Has notado cambios significativos en sus comportamientos, en la preocupación por su cuerpo, su apariencia o su rendimiento escolar?¿Tiene problemas con el uso de las nuevas tecnologías?

Nuestro modo de entender el sufrimiento en la infancia y la adolescencia es interpersonal y nuestro modo de resolverlo incluye a las personas que le rodean.

Son numerosos los modos de nombrar el malestar: fobias, obsesiones, tristeza infantil, dificultades para conciliar el sueño, pesadillas, terrores nocturnos, somatizaciones, dificultades alimenticias, conductas disruptivas, problemas de autoestima y socialización, bullying, dependencia-adicción a las pantallas y a la tecnología, autolesiones, problemas escolares,..

Intervenimos contribuyendo a crear un espacio de calidad y de cuidado como herramienta protectora para que los niños, niñas y adolescentes se enfrenten a la adversidad, y aborden sus tareas y dificultades evolutivas.

El trabajo con las familias es una dimensión central en el tratamiento. Procuramos que el cambio venga de la mano de devolverles la espontaneidad y la alegría en su vida cotidiana.